Acerca de la comensalidad en primera infancia

    

Nos alimentamos desde la gestación hasta el último día en que vivimos. Comer nos atraviesa desde esa feroz necesidad de dar respuesta a la desconocida sensación de hambre del/la bebé, de la disposición y disponibilidad de las madres o cuidadores para dar el pecho o el biberón, con un sostén afectivo.

En la primera infancia, lxs niños y niñas no comen a solas. Alimentarse es siempre con otros y es andamiaje para la construcción del vínculo primario. Una trama que se construye a partir de cómo se ofrece, se toma, se ingiere, se mastica, se traga, se escupe, se saborea, se enchufa, se invade, se escucha, se pregunta, se da libertad, se guía, se respeta, se solicita, se recibe, se expulsa, se elige, se rechaza...

En nuestra lengua incluimos metáforas, representaciones y emociones ligadas a la ingesta y a la comida. "Que no falte el pan en la mesa" (supervivencia). "Un niño nace con el pan bajo el brazo" (abundancia). "No le eches sal en la herida" (provocar dolor). "Te comería a besos" (expresar amor-deseo). "No te trago" (odio-rechazo).

La alimentación nos convoca desde múltiples perspectivas: Medicina, Salud Mental, Crianza, Educación, Antropología, Arte, Políticas públicas y Políticas empresariales.

"Somos lo que comemos" porque los alimentos son nuestros nutrientes, pero también forman parte de nuestra identidad, de cómo hemos sido criados y cómo cambiamos la ideología y la cosmovisión del mundo. Revela la consciencia de quiénes somos, cómo nos cuidamos y preferimos vivir; salvo en casos de pobreza estructural, cuando se come si se puede.

Hoy se expande la consciencia de lo saludable vs. lo comercial, lo artesanal vs. lo empaquetado, y a las empresas no les queda otra que empezar a acusar recibo. Está vigente por ejemplo el etiquetado frontal, para discernir lo que compramos de lo que nos venden los mágicos comerciales que auspician postres o leches para que lxs niñxs crezcan "inteligentes", distrayéndonos de que la inteligencia es una capacidad que se construye y no se come.

Es una decisión personal tramitar estar de un lado o del otro: lo rápido-resuelto vs. lo elaborado que nos involucra en el hacer y preparar. Eso lleva tiempo (aunque a veces menos del que creemos), como también aprender a comer en ritmos diferentes en cada etapa y en cada niñx.

Los pasajes de la alimentación, del cordón umbilical a la lactancia materna o biberón, y a la alimentación complementaria, requieren adaptaciones sucesivas fundadas en aspectos madurativos, vinculares y culturales.

En las crianzas, dar de comer es un acto de amor y de responsabilidad. O de desamor y negligencia. Es una oportunidad para promover aprendizajes sensorio motores, práxicos, usos y costumbres, buenos o malos hábitos.

A través de cómo se presenta la comida, disponer el ambiente y disponerse para compartir ese momento, se transforma o no en un escenario de comensalidad en el que se intercambia, se aprende, se comunica, se transmiten cultura y tradiciones, y con ellas, sabores y saberes. Historias de antepasados entretejidas con historias presentes.

La interacción directa con otro da oportunidad de aprender a recibir, seleccionar y elegir aquello que se desea incorporar. Esta actitud activa por parte de lxs niñxs se trasladará más adelante en una posición activa frente al aprendizaje como proceso para transformar e incorporar.

Esos escenarios de comensalidad, configuran experiencias para conocer el mundo, conocerse a sí mismo y sentir las emociones que circulan alrededor, favoreciendo el pasaje de comer por hambre a desarrollar el apetito, que es el deseo de incorporar por placer. Darnos un gustito, mimarnos, hacernos bien.


La presencia creciente de los dispositivos tecnológicos como "acompañantes" a la hora de comer, es un tema de gran preocupación. Identifiqué variadas situaciones de inclusión de la pantalla como un elemento funcional frente a ciertas dificultades que se presentan en la infancia, que combinadas con los escasos recursos de lxs adultxs, se estancan como respuestas rápidas a problemáticas que requieren un profundo entendimiento, un auto registro de la propia frustración, angustia o poca tolerancia por parte de lxs adultxs. No se trata de buenxs o malxs madres, padres o cuidadores. El sentido no está en señalar, pero sí en acompañar para concientizar que las pantallas configuran un perturbador estímulo condicionado, situaciones que denominé de "Desnutrición Interaccional" (Landen, P. 2013) y que desplazan recursos de transformación y cambio favorable.

Ocurre por ejemplo con niñxs hipermóviles, con severa retracción o extremadamente resistentes para comer. "No se queda quieto", "no responde", "se baja rápido", "juega pero no come", o directamente "sin la pantalla no come". Son frases frecuentes en las consultas. Niñxs hipnotizados abren la boca, mastican y tragan, pero se pierden la oportunidad de experienciar la relación con la comida en un entretejido sensorial que es visual, táctil, olfativo y gustativo, incluso auditivo cuando algo es crocante.
Si bien "con la comida no se juega", sabiendo que hay pobreza en el mundo, lxs niñxs aprenden explorando, que es una forma de jugar y que da acceso al conocimiento, a construir el saber y su dominio en la conquista de autonomía. Este proceso lleva tiempo, enchastre y la tolerancia entre: el dejar jugar y la preocupación de que coma lo necesario.

Observo niñxs que abren la boca cuando le acercan una cuchara voladora sin establecer contacto visual con aquello que ingieren, no miran - no tocan - no van a la búsqueda. Lxs niñxs que comen con el estímulo de la pantalla se convierten en autómatas con acotado registro y en la mayoría de los casos con una demora para aprender a comer con la mano, la cuchara, el tenedor, el uso del vaso, la organización en el espacio de la mesa. Se pierde además, la oportunidad de observar cómo comen otrxs alrededor de la misma. La observación es necesaria para la imitación, como otra instancia de aprendizaje en los primeros años.
Las madres y los padres que proponen pantallas no advierten el riesgo. Es funcional también para resolver los ritmos urbanos entre actividades escolares - laborales. Se aferran a una solución "pantalla", sustentada en la angustia de no poder; es ahí donde lxs profesionales podemos participar y acompañar en la creación de estrategias alternativas. A largo plazo son difíciles de desarticular, por lo que se sugiere independizarlas en la comensalidad.
A pesar de la participación de la boca y la mano en la acción de comer, se implica todo el cuerpo. Dar de comer es intercorporal; aunque no se dé en la boca, la actitud postural y gestual del adultx es comunicación. Comer es supervivencia, arma vínculo, se convierte en deseo.
Alimentar es subjetivante.

Lic. Paula Landen (2020)
Psicomotricista